Por primera vez, un experimentado ejecutivo y apasionado golfista conjuga su saber en ambos campos para desentrañar las claves de la excelencia en la práctica de estas actividades. David K. Hurst analiza lo que los directivos que jueguen al golf quizá sepan de una manera intuitiva: que existe una profunda conexión sistémica entre ambas. Ni en el tee ni en el despacho el jugador se puede limitar a golpear la bola y esperar que ocurra el milagro. Debe anticiparse constantemente, plantear diferentes escenarios y tener en cuenta los aspectos negativos de cada decisión. A partir de ahí, todo estará en …
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